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«El Circuito Spiuk es una aventura de cada corredor contra si mismo»

Entrevista a Dani Clavero, profesional de 1992 a 2004 en varios equipos del panorama nacional e internacional, lleva ahora su amor al ciclismo a la organización del Circuito Spiuk cycling experience.

Daniel Clavero es uno de los organizadores del Circuito Spiuk cycling experience. Una iniciativa que define como destinada “a los amantes del ciclismo que quieran vivir en primera persona una experiencia única”.  “Para nosotros, – continúa Clavero- los principales protagonistas de cada prueba son los participantes, aquellas personas que quieren vivir etapas que han visto por televisión y en las que el Circuito Spiuk les facilita toda la infraestructura necesaria, al nivel de cualquier carrera del circuito profesional, para que sientan que son los protagonistas”.

Clavero no olvida la controversia que rodea desde hace años al mundo del ciclismo, ante lo que no duda en afirmar que “nuestra intención es ayudar a darle al ciclismo la imagen que se merece y que siempre ha tenido, la que tienen de él los amantes de este deporte, bello y duro, que nos ha dado grandes  historias de superación personal”.

Dani Clavero durante la organización en Ávila

Dani Clavero durante la organización en Ávila

Precisamente este punto, el relacionado con la superación personal, es el que más valora Clavero a la hora de describir las sensaciones que tienen los participantes del Circuito Spiuk: “Los aficionados al ciclismo saben muy bien que en la carretera, el principal enemigo a batir eres tú mismo,  y participar en una prueba como la de Ávila es la mejor forma de saborear la sensación de sobrepasar tus límites. Aquí, cada participante vive una aventura en la que luchan contra si mismo”.

Para que la experiencia sea completa,  el Circuito Spiuk cuenta con el patrocinio de Nutrición Center que aporta a lo participantes  la  posibilidad de conocer algunos de sus servicios relacionados con la nutrición deportiva, básica para optener el mejor rendimiento sobre la bicicleta.

Además, la iniciativa se completa con la celebración de tres Clínics, en los que “un profesional contrastado muestra a aquellos que se quieran inscribir, sus experiencias y recomendaciones tras años de experiencia en la carretera, al igual que otro tipo de informaciones relacionadas con la mejora del rendimiento y la nutrición, que tenemos gracias al apoyo que Nutrición Center nos está proporcionando”.

La siguiente cita del Circuito Spiuk será  el día 6 de junio en Alovera (Guadalajara), en el que será “un recorrido un poco menos exigente que en Ávila, ya que hemos diseñado etapas equilibradas para que todos puedan participar independientemente de su preparación”.

Antonio J. González, director general de NC (izquierda) y Dani Clavero junto a Miguel Induráin.

Antonio J. González, director general de NC (izquierda) y Dani Clavero junto a Miguel Induráin.

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Valientes que un domingo lucharon contra los elementos

Aquí os dejo la crónica que escribió David Casillas, periodista y aficionado a la bicicleta, de la última prueba del Circuito Spiuk. Creo que realmente merece la pena pararse un minuto a conocer que siente un aficionado al ciclismo cuando coge la bicicleta.

«Había dejado de llover, tras una noche de diluvio universal, y en el cielo se pintaban grandes y hermosos retales azules, inesperada mejora climatológica que hacía abrigar esperanzas (seguramente más por deseo que por convicción) de que la II Ciclomarcha de los Puertos Míticos de Ávila, incluida en el Circuito Spiuk, no iba a ser una lucha contra los elementos antes que contra la carretera.

Poco después de las ocho de la mañana partía de Ávila la concurrida y alegre comitiva de amigos de la bicicleta, dispuestos a devorar kilómetros y disfrutar de una ruta muy bien organizada que iba a transcurrir por paisajes preciosos y carreteras ideales para la práctica del ciclismo. La etapa se esperaba dura y seguramente por eso se afrontaron las primeras y ásperas rampas del puerto de la Paramera, colocado a menos de tres kilómetros de la salida, sin prisas. A los cinco kilómetros del inicio, con el primer respiro en un falso llano que seguía a 2.000 metros bastante exigentes, presentó también sus credenciales un fuerte ventarrón del suroeste que endureció la cuesta arriba.

Los rostros de los 'Puertos Míticos'

Los rostros de los 'Puertos Míticos'

Piano, piano, con el puñetero aire dando de costado, fue quedando atrás el  puerto, engañoso y muy capaz de atragantarse por esa mezcla suya de pendientes duras y falsos llanos que impiden coger un buen ritmo de subida. La bajada hacia El Barraco, casi ocho kilómetros con una pendiente constante de entre el 7 y el 5%,  fue peligrosa, con la carretera mojada y el viento, envalentonado, dando empujones por el lado derecho.

Al llegar a pie de puerto y torcer hacia la derecha el aire canalla que antes daba de costado se vino encima de frente; tocaba superar un largo llano que en condiciones normales se hace cómodo, que incluso ayuda a recuperar fuerzas, pero el fuerte viento, que comenzaba a llegar acompañado de la lluvia, hizo más duro de lo previsto esos ocho kilómetros. Alguno comentó, mientras subía piñones para buscar un pedaleo cómodo que costaba encontrar, que momentos así son los ideales para aborrecer este hermoso deporte de la bicicleta… pero no era para tanto.

Imagen de la salida

Imagen de la salida

Llegar a Navalmoral de la Sierra y virar hacia la izquierda fue un gozo; primero, porque el aire dejaba de ponerte la mano en la frente, y segundo, porque comenzaba una bajadita larga y nada complicada que se agradeció mucho.  Al arribar a Burgohondo tocó dividirse. Los menos preparados giramos hacia la izquierda, buscando un nuevo desnivel favorable y un agradecido viento a favor, mientras que los más valientes seguían su camino hacia el puerto de Serranillos, cuesta arriba, contra el viento y dirigiéndose, además, a una zona que las nubes aferradas a la montaña convertían en amenazadora boca de lobo.

Hasta Navaluenga todo bien; tranquilidad y buena velocidad en plato grande, sin apenas esfuerzo, pero cuando tocó enfrentarse al puerto de San Juan de la Nava volvieron las dificultades. Quizás fuese por mor del frío y la lluvia, que no ayudaron a que los músculos entrasen en calor como hubiese sido de desear; quizás porque hablamos de una cuesta engañosa y dura que si no la respetas te come las fuerzas más de lo deseado; quizás porque sabíamos que después de esta larga pendiente venía el puerto de la Paramera por el lado que antes se había bajado y había que ser previsor… pero el caso es que el ritmo al que subió no fue todo lo alegre que hubiese sido de esperar.

Llegada de la prueba corta

Llegada de la prueba corta

Entre puerto y puerto disfrutamos de unos kilómetros de bajada, los tres que hay entre San Juan de la Nava y El Barraco, pero al llegar a este pueblo y virar 180 grados hacia la izquierda, entrando de lleno en el puerto de La Paramera, el aire, que había ayudado desde que dejamos Burgohondo, volvió a ponerse en contra, haciendo duras las primeras rampas. Con la carrera convertida ya en un rosario en el que cada cual iba a su ritmo, el puerto, que no conoció descanso de la lluvia, fue haciéndose más pequeño, menos largo, sobre todo cuando a la mitad del recorrido fuimos de nuevo buscando el sentido noreste y encontrando en ese cambio el soplo favorecedor del aire que entraba por la espalda.

El viento seguía azotando a la llegada a meta.

El viento seguía azotando a la llegada a meta.

Luego ya todo fue bajar La Paramera y pedalear, disfrutando a tope las fuertes pendientes y maldiciendo los frecuentes falsos llanos que, con las piernas ya amenazando doler, obligaban a poner el plato pequeño. Cuatro rotondas, tres, dos, una y, por fin, la meta. ¡Qué magnífica sensación!

A pesar de la lluvia, el viento y el frío, la jornada de ciclismo fue una experiencia magnífica, un reto que se disfrutó a pesar del empeño de la meteorología por fastidiar la fiesta. Y no creo que porque los ciclistas sean masoquistas, que en absoluto lo son, sino porque practicar el afán de superación es una experiencia personal absolutamente enriquecedora que no deja de deparar satisfacciones.

¡Hasta el próximo año en Ávila!


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